Summary
«Solo una vez en la vida… Me gustaría tocar un pecho con músculos bien desarrollados. Si lo toco, ¿será firme o blando?» A los 20 años, Hazel Allen. Mientras pasaba su adolescencia en el internado del palacio, descubrió un nuevo tipo de atracción por los hombres. Frecuentaba asiduamente los clubes de peleas clandestinas, hasta ganarse el apodo de «Hada», una joven bastante peculiar. —¿Por qué no me has propuesto matrimonio últimamente? —E-Eso es cosa del pasado… —Dijiste que te gustaba porque me parezco a un barón. Que leo muchos libros como papá, que soy inteligente y que, a diferencia de los caballeros, no tengo un cuerpo musculoso y voluminoso. Que soy tu tipo ideal, por eso me pediste matrimonio, como unas 497 veces. —¡Aaaaah, deja de molestarme…! Desde pequeña, tuvo un amigo de la infancia al que le hizo incontables propuestas de matrimonio. Es cierto que le gustaba ese joven amable, frágil e inteligente, pero… Ya hacía mucho que Hazel, ahora adulta, había aceptado la realidad. Él era el hijo menor y querido de una familia ducal. Ella… ni siquiera podía aspirar a un matrimonio decente, pues su linaje de barón era solo una fachada sin poder ni recursos. Por lo tanto, en esta vida no habría matrimonio. Se limitaría a disfrutar de la belleza masculina en lugares públicos (léase: el club de peleas), y su único objetivo en la vida sería tocar el pecho de un hombre de grandes proporciones. O al menos, eso pensaba cuando regresó a su ciudad natal. —Así que, no como el tuyo, sino más bien… ¿Eh? Con la intención de dejar en claro que ya no era su tipo ideal, Hazel le tocó el pecho a su frágil amigo de la infancia. —…¿Qué es esto? ¿Por qué su pecho era tan robusto? ¿Por qué tenía un torso perfectamente esculpido como una estatua de mármol…? —Hazel. Luca tomó suavemente la mano de Hazel, que había quedado paralizada por la inesperada firmeza. —…¿Quieres tocar más? ¿Qué…? Debe estar confundido de persona… —Vamos, tócalo. Dijiste que querías hacerlo. Glup. Solo una vez… No pasaría nada, ¿verdad? —¿Qué pasa, Hazel? ¿También quieres tocar aquí…? —Yo… —Es igual de firme. Quizás incluso más… Pero… ¿de verdad eres el mismo joven que conocía?